




sobre mi taller
Tengo el taller en mi casa en San Isidro, Provincia de Buenos Aires. La decisión de integrarlo a mi espacio cotidiano surgió del deseo de experimentar con la arcilla de una manera más personal y profunda. Al tener el taller en mi hogar, puedo dedicarle tiempo, atención y sensibilidad a cada etapa del proceso, sin las interrupciones o límites que a veces impone un espacio externo.
Este entorno me permite trabajar con calma, observar con detalle y mantener un diálogo constante con los materiales. El taller se convierte así en una extensión natural de mi vida diaria: un lugar donde lo doméstico y lo creativo conviven, y donde cada pieza es el resultado de un ritmo propio y consciente.
Hasta ahora, el taller en mi casa funcionaba bien, pero con el tiempo empezó a quedarme un poco chico. Por eso estoy en pleno proceso de mudanza a un espacio propio en San Isidro. Va a funcionar como taller y también como showroom: un lugar pensado para crear con más comodidad, recibir visitas y compartir el universo de Potté de una forma más abierta y cercana.